La relación con el hambre y los deseos inalcanzables
Cuando nos encontramos con la vida de Don Pablos en el Buscón de Francisco de Quevedo, nos vemos ante el “poder de la hambre viva”, más allá de la sensación fisiológica, nos encontramos ante un entramado de representaciones que enmarcan las características de la mayoría de los habitantes de España del siglo XVII, la aparente comicidad con la Quevedo nos narra la historia y que innegablemente pretende poner en evidencia las prácticas y acciones que en su momento son ética y moralmente condenables y por lo tanto se ven reflejadas en una serie de castigos, y llamo aparente, porque si bien su principal objetivo a la luz de la teoría de la novela picaresca, es evidenciar por medio de la risa, el artificio lleva consigo una carga simbólica más fuerte.
El hambre es uno de los medios por los que se representan las pasiones y necesidades humanas, en el caso del Buscón por medio de ella, se canalizan las diferentes pulsiones de vida y muerte, no en vano, los primeros eventos en los que se relaciona la obra con las características de los picaros es en el viaje a Alcalá de Henares donde estos aprovechan del hambre para robarles con una artimaña el pago de la comida. Pero el hambre esta presente desde el inicio de la Buscón, la narración inicial de sus carecías cotidianas, muestran un mundo lleno de necesidades y angustias, el hambre abandona el contexto físico y fisiológico, para convertirse en símbolo de la necesidad humana. Pablos no solo tiene hambre física, también posee un hambre de ser, sus deseos por convertirse en caballero se traducen en un hambre insaciable.
El hambre también es excusa, lo dice Pablos “Preguntábame don Diego que qué había de decir si me acusaban y me prendía la justicia. A lo cual respondí yo que me llamaría a hambre, que es el sagrado de los estudiantes” (Quevedo 16). El hambre del mundo es sinónimo de las necesidades, de los deseo inconclusos y de los sueños inalcanzables. Clarin en La vida es Sueño de Calderón de la Barca, nos muestra su desconsuelo en términos de la misma hambre: “Y hay, que viniendo con ella, / estoy yo muriendo de hambre / y nadie de mí se acuerda” (Calderón de la Barca 60).
El sueño es motivado por el hambre, el hambre lleva a pensar y realizar todo suerte de actos, en las que se entremezclan las pasiones y sensaciones humanas: “Estaba confuso, considerando si acaso, con el miedo y la turbación, sin sentirlo, había hecho aquella vileza, o si entre sueños. Al fin, yo me hallaba inocente y culpado, y no sabía cómo disculparme” (Quevedo 14). Los personajes de de Calderón, observan desde los sueños las misereas de la humanidad, la pobreza y la reducción de toda esperanza, el sueño se transforma en hambre y deseo de transformación, desde la distancia se aprecia como el hambre de poder se hace tiranía, esa es la condición de Basilio, en palabras del Segismundo: “Pues en eso, / ¿qué tengo que agradecerte? / Tirano de mi albedrío” (Calderón de la Barca 41).
Las obras de Calderón y de Quevedo, nos transportan a una realidad desde dos visiones diametralmente opuestas, una desde la mirada picara de un ser que deseoso quiere convertirse en algo que al parecer es inalcanzable, y que se aleja en cada acción más de su objetivo, la acciones viles que realiza para calmar su hambre, obtienen una respuesta contundente: no se puede obtener lo que se desea por medio de trampas y engaños. Para Calderón las pasiones humanas se hacen hambre en un mundo de sombras, solo la conjunción de múltiples formas literarias, características del Barroco, pueden dar la idea de la complejidad del pensamiento de la época, es la manifestación de un cambio de pensamiento, de creencias, de reformas. En sí, una forma de hambre.
Referencias
Calderón de la Barca. La Vida Es Sueño. Madrid: Ediciones Cátedra, 1977. Print. Letras Hispánicas 57.
Quevedo, Francisco de. Historia de la vida del buscón llamado don Pablos, ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños. Ed. Ignacio Arellano. Madrid: Espasa, 2010. Print.
Jimmy Efraín Morales Roa(octubre – 2015)