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El carnero

En el siguiente ensayo se abordará la obra del santafereño Juan Rodríguez Freile, El Carnero, la cual denota una posibilidad de interpretación y lectura desde dos campos debidamente delimitados, uno desde el texto histórico y el otro desde lo literario. Al igual que se manifiesta la intensión del autor en presentar una obra desde el contexto moralizante en el que ilustra las ideas y motivos de tipo ético y religioso.

El Carnero plantea desde el inicio una intención de tipo historiográfica, para lo cual emplea el recurso ampliamente difundido en las Crónicas y en las Cartas de Relación de los tiempos de la Conquista, parte de esa tradición se centra y apoya en fuentes reconocidas, tomando al estilo de Aguado una prudente distancia de los acontecimientos, pero denota que es testigo de los mismos, los cuales narra en muchos casos desde una mirada tan personal, en la que podría denotarse desde la literatura, como la de un narrador omnisciente, a setenta años de los acontecimientos narrados :

Según la tradición el inicio del relato debe contener un preámbulo que denote la naturaleza del texto y a quien va dirigido, así como de algunas consideraciones iniciales que denotan la intencionalidad con la que se escribe, Bernal Díaz del Castillo inicia su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, dando a saber la estructura que empleará, en la cual no solo determinara los apartados que debe contener según la tradición, también hace la salvedad que permitirá a sus lectores confiar en la veracidad de su relato a pesar de no ser como él lo dice latino, o en otras palabras no ser docto en el arte de la retorica medieval: “Notando estado cómo los muy afamados coronistas, antes que comiencen a escrebir sus historias, hacen primero su prólogo y preámbulo con razones y retórica muy subida, para dar luz y crédito a sus razones […] Y yo, como no soy latino, no me atrevo a hacer preámbulo ni prólogo dello, porque ha menester para sublimar los heroicos hechos y hazañas que hecimos cuando ganamos la Nueva España” (Díaz del Castillo, 1991, p. 13), este fragmento inicial, da cuenta de una primera intencionalidad de relatar la historia según la formalidad de la época, en la que se incluye un prólogo y un preámbulo, y para salvar las posibles críticas que se realicen a su trabajo no desarrolla esos apartados y se excusa al no ser de profesión cronista, pero le da un carácter de mayor relevancia al informar que no solo los hechos descritos son reales y hacen parte de la historia, al infundirle ese carácter autobiográfico en el que se resaltan las hazañas heroicas en las que participo.

Juan Rodríguez Freyle en El carnero, después de presentar sus respetos al rey Felipe IV, y de agradecer como es costumbre a Dios y la Iglesia, expresa su deseo y justificación para la escritura del texto: “He querido hacer este breve discurso por no ser desagradecido a mi patria, y dar noticia de este Nuevo Reino de Granada, de donde soy natural […] aconteció, así en su conquista como antes de ella; que aunque para ella no fueron menester muchas armas ni fuerzas” (Rodríguez Freile, 1997, pp. 1-2); El inicio de la obra de Rodríguez Freile emplea un recurso visto en obras como El quijote, se emplea un texto inicial que le habla directamente, emplea la expresión «Amigo lector», desde este momento se iguala a la condición de todo posible lector, con esta expresión predetermina que su obra esta hecha para quien la desee leer, tiene la intención entonces, de llegar a la mayor cantidad de lectores, lo cual justifica su carácter moralizante; continua con la motivación del autor, se siente obligado a horrar el lugar de su origen, santafereño nacido en 1566 expresa así su búsqueda de identidad y desea al mismo tiempo denotar la grandeza de haber nacido en las nuevas tierras, evidenciando la digna relación que tiene con los territorios homónimos de España, cuando habla de «no ser desagradecido a mi patria» se refiere a una sola idea, es un solo territorio, aunque desconozca la realidad social e histórica de Europa, intenta desarrollar una imagen generalizadora; para los nacidos en las tierras conquistadas y colonizadas, la idea de nación no es simétrica a la de los nacidos en Europa, quienes ven en desigualdad de condiciones a los nacidos en los territorios de ultramar, de aquí la importancia ejemplarizaste de la obra, que pretende mostrar situaciones cotidianas que arranquen del imaginario mágico, las mitológicas ideas con las que se dieron a conocer las nueva tierras, hechos documentados desde las primeras cartas de relación.

Sin duda estas narraciones denotan una clara intertextualidad de obras ampliamente divulgadas y otras provenientes de lo popular, lo que conlleva a una compleja interpretación en la que no se logra determinar cuales de los apartados expuestos pertenecen en efecto al universo de lo real o de lo ficticio.

Ya desde las primeras cartas de Colón se dibujaba una serie de problemáticas relacionadas con los métodos narrativos, los cuales se aprecian ampliamente en la obra de Rodríguez Freile, si bien esta estructurado desde una posesión de la realidad en un momento determinado del tiempo, evidencia en la conjugación de relatos cortos y crónicas históricas, una incapacidad para interpretar su mundo como un todo. La primera parte de la obra se dedica principalmente a establecer eventos relacionados con la fundación de Santafé de Bogotá, las disputas entre los conquistadores llegados a estos territorios, las pugnas entre Bogotá y Guatavita y los relatos que describían la existencia de un Dorado; con el estilo característico de las Crónicas de Indias, Rodríguez Freile apoya su versión de los hechos y la justificación de hacerlo, sobre la memoria de otros reconocidos cronistas: “Y volviendo a mi propósito digo, que aunque el P.Fr. P. Simón en sus escritos, y noticias del P. Juan de Casstellanos en los suyos […] nunca trataron de lo acontecido en este Nuevo Reino” (Rodríguez Freile, 1997, p. 3). Motivo por el cual se dispone a relatar la historia que bien dice conocer, y que posiblemente no se había registrado con anterioridad posiblemente porque esta conquista «no fueron menester muchas armas ni fuerzas».

Posteriormente los relatos históricos son intercalados o entremezclados con relatos provenientes de una tradición oral, más allegados al cuento o a pequeñas historias que llevan consigo una fuerte carga moralizadora, pero que por su misma estructura no conservan relación entre si, las historias terminan siendo relatos aislados que se intentan conectar mediante la línea temporal demarcada en un período de cien años. Esta imposibilidad de verse como unidad y de verse reflejada como una totalidad de su momento histórico, la aleja de la novela, y por el contrario demarca un problema relacionado entre la Fabula y la Historia.

Por un lado la Historia que se cuenta es narrada al estilo de las Crónicas de Indias, en estas se presentan hechos reales que pueden ser verificados mediante otras fuentes, el autor en sí desde el inicio del texto nos presenta sus dos principales fuentes, pero los acontecimientos pueden ser rastreados desde otros cronistas, esto sin duda nos presenta también un problema al determinar los hechos de la historia oficial y los contados por el nieto de Guatavita a Freile, así como lo expresa David Quint estas historias son escritas con la función de servir como « narrativas de poder » Richard L. Kagan nos dice en su introducción a la Historia Oficial que esta “es generalmente elaborada con la vista puesta en la creación de un registro histórico que favorece los intereses y los objetivos del gobernante” (Kagan, p, 24). En el caso de Freile, favorece una intencionalidad moralizante , ya que el elemento denotado como Fabula, son las historias que se intercalan en la narración histórica, y que ante todo sus temáticas corresponden a eventos relatados podría decirse desde el entorno de la cultura popular, y que muestran una clara intencionalidad de marcar todos aquellos aspectos que atenten contra la moral predominante en la época, es decir son textos que mantienen como eje narrativo las máximas ejemplarizantes, situaciones contadas con la intención de educar sobre principios y valores cristianos, donde los acontecimientos marcados por la fatalidad son la clara respuesta a la evasión o transgresión de las normas.

Ejemplo de lo anteriormente mencionado se puede apreciar en el capitulo diez y siete, en el que se refieren al gobierno del presidente Don Francisco de Sandi, del que el autor expresa: « Concluyo esto con decir que su gobierno fue penoso y de mucho enfado » cabe aquí denotar que la apreciación es personal, esta por fuera de la historia que contará, y de igual forma por fuera del relato propio desde la historiografía, posteriormente enumera las doce condiciones que debe poseer el buen juez según los postulados de Marco Aurelio, seguido de lo cual se dispone a narrar el inicio de la fabula de la siguiente manera: “Veamos ahora si topan algunas de estas doce condiciones con los jueces de este gobierno” (Rodríguez Freile, 1997, p. 226), posteriormente irrumpe nuevamente con apreciaciones personales como « ¡ Válgame Dios! ¡parte y juez no lo entiendo! Guárdate Alonso Pimentel que va sobre ti un rayo de fuego » así induce luego a determinar que las desgracias que produce la gobernanza de las mujeres, aquí sin duda esta influenciado por las ideas medievales del papel de la mujer y expresa sin reparos su punto de vista, el cual permanentemente introduce en los momentos en el que se expresan creencias o elementos moralizantes, allí entonces, podemos concluir que no se trata de ideas sueltas que el autor introduce como elemento coloquial, se trata de una apuesta por una narración parcializada, subjetiva, que se encuentra más acorde con el universo de la literatura que de la historiografía.

Podemos observar entonces que así las narraciones intercaladas en el texto se asemejan a la crónica pero conteniendo aspectos que la separan del contexto relacionado con la historia para acercarse al mundo de lo literario, en la medida que albergan consideraciones de carácter moral, se encuentran estrechamente ligadas a quien escribe, y se ocupa de temas menores en la vida personal, y de las costumbres de quien se narra. Se agrega dramatismo en forma de anécdota en los acontecimientos que se interpretan; por lo cual queda evidenciado que la obra de Rodríguez Freile, contiene una fuerte carga de elementos moralizantes, esta escrita bajo una intención determinada lo cual se ver permanentemente en los apartados en los que expresa su punto de vista, una opinión completamente subjetiva en el marco de una serie de acontecimientos históricos, aquí la función del narrador se establece para asignarse como voz de la conciencia.

Jimmy Efraín Morales Roa (junio – 2016)

Referencias.
Díaz del Castillo, B. (1991). HISTORIA VERDADERA DE LA CONQUISTA DE LA NUEVA ESPAÑA – Aparato de Variantes. (G. Serés, Ed.).
Rodríguez Freile, J. (1997). El Carnero. (M. G. Romero, Ed.). Santafé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo.


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