Dédalus el otro Asterión. Una relación por fuera del tiempo y el espacio
Las relaciones entre las obras literarias parecen desconocer el espacio y el tiempo; de formas inexplicables se conectan unas a otras, como si pertenecieran a una misma biblioteca infinita, en la que comparten sus páginas y en la que la literatura se crea y recrea de las formas más inesperadas, en donde sólo la critica se empeña por lo general, en establecer el orden y origen de estas relaciones.
¿Cómo pensar entonces en Ulises de Joyce sin tener en el pensamiento la imagen de la Odisea? Es una pregunta que quizá no tenga mayor relevancia por el mismo hecho aparente de su intrañable relación; pero pensar en la existencia de una relación entre uno de los personajes de Joyce y otro de Borges, posiblemente tenga una menor posibilidad de relacionarse, pero a su vez produzca un mayor interés, ¿Cual podría ser entonces la relación entre Estephen Dédalus, personaje de Joyce en Ulises y, Asterión personaje de Borges en su cuento La casa de Asteríon? A partir de esta pregunta pretendo plantear una relación entre los personajes que denota a Dédalus como el habitante de su propio laberinto, y Asterión un eco que representa el acontecer de un hombre es lo que le sucede a todos los hombres.
Partiré entonces de los más aparente, de lo que ya se ha escrito; el nombre del personaje Estephen Dédalus inmediatamente se conecta al de Dédalo, esta relación ya la denotaba Dámaso Alonso en la introducción a su traducción de James Joyce, Retrato de un artista adolescente, aquí muestra en primera instancia que Dédalus es el álter ego de Joyce, ya que las situaciones de varios episodios de la novela, pertenecen a la vida del escritor, de la misma forma describe la relación existente entre Dédalus y Dédalo, este último el arquitecto y artesano de la antigua Grecia, que se encuentra presente en su mitología como el constructor del laberinto de Creta, ese mismo laberinto en el que fue encerrado el minotauro; esta relación la evidencia Mulligan al expresar: “—The mockery of it! he said gaily. Your absurd name, an ancient Greek!”, el absurdo nombre de un griego antiguo.
Dédalus en uno de sus monólogos interiores señala: “The void awaits surely all them that weave the wind” El vacío aguarda sin duda a todos esos que tejen el viento, Dédalus por naturaleza reflexiona sobre su entorno, sobre cada elemento que llega a su vida, no lanza sus palabras al aire sin sentido, como tampoco lo hace en sus pensamientos. Sin embargo permanentemente sus reflexiones se encuentran en el universo del idealismo, en una firme convicción de lo político y un evidente sentimiento de abandono por parte de su padre. Gracias a estos elementos he detenido y restricto mi observación de Dedálus tan solo al primer capítulo de Ulises, él como en la Telemaquia se hace a la búsqueda de respuestas, tal como Dédalo, Joyce reflejado en Dádalus, es el artista adolescente, el licenciado en “Artes” que recorre su vida hecha camino en busca de respuestas.
Pero la relación que busco no es con el artista Dédalo, es con el habitante de una de sus obras, es el minotauro que recorre el laberinto, como Dédalus recorre Dublín en la búsqueda de aquella borrosa imagen paterna; Ambos ha sido confinados al eterno recorrido del laberinto, sus padres les han negado toda suerte de comprensión y han sido abandonados a su suerte.
El laberinto como Dublín es universal, los aparentes límites son los impuestos por los extraños, bien lo reconoce Asterión, al describir el lugar que habita: “Todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar […] La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo”, es así que para Dédalus pensar en la torre que habita, como en la casa que habitaba su madre, no es otra cosa diferente del cómo se recuerda: “A birdcage hung in the sunny window of her house when she was a girl […] Folded away in the memory of nature with her toys”; La jaula colgando de la soleada ventana, o los juguetes que la naturaleza le brindaba, es el reino de Asterión donde sus juegos hacen parte de su voz interior, del recorrer y dejarse rodar por las galerías, donde juega “a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa”.
Dédalus como Asterión encuentran en su monólogo interior, no sólo las cosas y situaciones pasadas, también hacen parte las más profundas reflexiones; para el minotauro su monólogo se hace juego, y de todos ellos en sus palabras este es su preferido: “Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión”, cómo pensar entonces en el juego del otro Dédalus, cuando permanentemente Mulligan le ínsita a reflexionar sobre sus acciones y comportamientos. Posiblemente el otro Dédalus recrea infinitamente la situación que otros ven infausta, el otro Dédalus posiblemente se arrodilla y reza por el alma de su madre, posiblemente en el último instante ella dice su nombre y él le dejará partir en paz; quizá el otro Dédalus no ha perdido del todo a su padre o aún mejor no debe pensar en él, quizá el otro Dédalus es libre de opresión, sin que deba rendirse a los pies del legado románico o del inglés, quizá ese otro Dédalus en realidad es helénico.
Harold Bloom ve a Dédalus en relación con Hamlet, en la eterna contradicción y conflicto con el padre, pero de esa relación quizá la reflexión más interesante, es la de considerar este conflicto solamente como un recurso estético, el padre que solo puede serlo gracias a la existencia del hijo, pero la negación de Dédalus está más allá de la relación con el padre, más allá de intentar recorrer Dublín en la búsqueda de uno. La negación se transforma en incomprensión, ya Asterión iniciaba su relato expresando esas tensiones: “Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura”, las acusaciones se diluyen al acercarse al pensamiento, a ese diálogo interior, y la misantropía como característica de la humanidad en el siglo XX se hace más que evidente, ya se ha visto como esta ha puesto todo su ingenio en función de su propia aniquilación, es la era de la deshumanización, las tres características que definen la imagen de Asterión, se encuentran presentes en las referencias que se hacen de Dédalus, en sí Mulligan es el encargado de recordarlo permanentemente, posiblemente para él no existe acto de mayor misantropía que imaginar a una madre pedir a su hijo algo en su lecho de muerte y que este se negara.
El universo de Ulises ve en Dédalus un ser soberbio, misántropo y loco, aunque en su interior aprecie la muerte de su madre no como un evento personal cargado de dolor, lo hace como un símbolo que representa la lucha por la libertad y el reconocimiento, el mismo símbolo que Asterión ve en su casa, en la que no existen puertas ni cerraduras; para el mundo que representa Mulligan es un acto de barbarie, es un elemento que solo puede acercarse a la imagen de lo salvaje, incluso para él que por su condición de estudiante de medicina debe apreciar la muerte cada día en las mesas donde realiza sus prácticas, es el conocimiento de mano de la muerte, y aún así le es incomprensible las acciones de Dédalus, para él su interpretación lleva a pensar en la madre muerta como la imagen de una bestia agonizante que debía simplemente abandonar este mundo: “—You said, Stephen answered, O, it’s only Dedalus whose mother is beastly dead”.
Al parecer son más los rasgos que unen a Dédalus con Asterión, la incomprensión de la humanidad deshumanizda, la locura llevada a los límites de la incomprensión de la sociedad, la búsqueda permanente de respuestas y la artificiosa forma en que logramos evadir nuestra realidad. Pareciera que todos somos Dédalus, que todos somos Asterión, que indiscutiblemente encontramos nuestro hogar en los que los demás llaman prisión, y que lo que le pasa a un hombre le pasa a todos.
Dédalus al igual que Asterión busca redención, la humanidad en general hace lo mismo, infinitas veces intenta lavar sus culpas aunque las aguas ya no sean las mismas, así como las cosas se repiten irremediablemente, “pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión”, esto para recordarnos la cotidiana y simple forma que forja a los seres humanos en nuestros tiempos.
Jimmy Efraín Morales Roa (noviembre – 2015)
Referencias:
Borges, Jorge Luis 2011 Obras Completas: Edición Crítica, vol.1. 1a ed. comentada, ed. crítica / anotada por Rolando Costa Picazo e Irma Zangara. Buenos Aires: Emecé.
Bloom, Harold 1995 El canon occidental: la escuela y los libros de todas las épocas. Damián Alou, tran. 7th edition. Barcelona: Anagrama.
Joyce, James, and José María Valverde 1976 Ulises. Barcelona: Lumen.