El grito
Tus gritos invaden mi cuarto, traspasan el cristal, torturan mis sentidos.
Apodérate entonces de mi alma, llévate mi respirar.
Mi piel se siente acariciada por el álgido aliento,
tu voz se hace silencio, mis párpados no reaccionan más,
estas aquí frente a mi, sobre mi.
Mi piel se desgarra, el dolor no tiene límite,
mis gritos no se escuchan.
Sangre, la huelo, la escucho gotear,
gota a gota en cada segundo.
Hay piel en cada rincón,
jamás había sentido el palpitar de mi corazón como ahora,
no sólo le siento, también le veo, se agita, se agita.
Siento romper el hueso, crujiente, la jaula que le guarda, abierta está,
se agita aún más, se agita, se agita.
Le escucho, no sólo le siento.
Y allí estas, blanca y pálida,
entre tus manos ensangrentadas el que dejará de latir,
me das la oportunidad de verle por primera vez.
Me das la oportunidad de escucharle por última vez,
tomas por la fuerza lo que siempre fue tuyo,
ahora sólo, aplástalo contra el suelo.
Ahora solo písalo y escúpele, regresa por donde viniste.
Recoge tus pasos, que más tarde recogeré mis pedazos.
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