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Campus virtuales, algo más que un aula para el e-learning

Autor: Diego Sánchez*

Aulas sin muros. Un profesor en casa. Clases sin reloj. Un café a 20.000 kilómetros. Aprender «haciendo». Este es el gran reto de la Nuevas Tecnologías aplicadas a la formación: lograr una situación, lo más real posible, lo más cercana a estar presente, utilizando como interfase una computadora.

En el campus virtual el alumno encuentra, de forma simulada, los servicios que ofrece un centro de formación presencial: tutorías, documentación, bibliografía, comunicación, foros, casos prácticos, cafetería, administración, secretaría, etc. El continuo avance en programación audiovisual y multimedia permite utilizar diversos elementos para que esto sea posible. Sin embargo, un campus virtual no es sólo el escenario interactivo en el que se desarrolla cualquier programa de e-learning. Implantarlo no es tan fácil como parece. Hay que disponer de equipamientos, modelos pedagógicos adecuados, ofrecer contenidos de calidad, potenciar la interactividad y enseñar a colaborar.

El mito y la experiencia

Plantearse cómo están evolucionado los campus virtuales es adelantarse un poco a los hechos; tal vez sería mejor considerar cómo está naciendo. El fenómeno Internet cuenta apenas cinco años. En su vertiente más educativa, el e-learning, se ha avanzado mucho en poco tiempo pero aún queda bastante por hacer para consolidar este nuevo método educativo. Empecemos desterrando tabúes.

Se cuestiona el hecho de que sus usuarios no lleguen ni siguiera a entrar en el campus virtual. «Esta afirmación está hecha desde el desconocimiento. Cuando hablamos de campus virtual, hacemos referencia a la plataforma educativa a la que accede el alumno. Detrás de cada una de sus instalaciones existe un equipo de trabajo que sigue cada uno de los pasos de sus usuarios, de manera que el título sólo se entregará a aquellos que hayan superado el 90% de los criterios establecidos», comenta Susana Barrientos, coordinadora académica de la Universidad Abierta Interactiva.

Al contrario de lo que se pueda creer, el grado de implicación de los profesores es mucho mayor que en la formación presencial. «Es cierto que el factor de autoaprendizaje predomina sobre cualquier otra forma y que es el alumno quien marca su propio ritmo de trabajo, pero siempre bajo la supervisión de los coordinadores, quienes programan en la agenda de los alumnos todas las actividades a realizar», apunta Susana Barrientos.

No tenemos ninguna garantía de que los asistentes adquieran las mismas nociones sobre lo impartido. Existen tutorías, controles y foros que permiten a cada alumno asentar sus conocimientos y resolver dudas. Es más, esta modalidad es más instantánea que las presenciales puesto que en el momento de enfrentarse a la materia surgen numerosas cuestiones que no pueden ser resueltas. Para ellos se incorporan las conocidas opciones de correo electrónico para comunicarse con el tutor o con otros estudiantes. Es más instantáneo. Las dudas en el momento de estudio pueden ser resueltas en el momento de la dificultad, no así en la formación presencial. Se trata, en definitiva, de un sistema que permite personalizar los contenidos.

Aquellas tecnologías con las que no estamos familiarizados no invitan a su utilización. Se cuestiona la capacidad de que los alumnos puedan aprender a navegar por Internet. «La plataforma educativa de Universidad Abierta Interactiva incluye una demostración para que los alumnos aprendan su uso. Es más, estos nunca me han planteado problemas en la navegación», señala Esperanza Cuenca, otra de las coordinadoras académicas de Universidad Abierta Interactiva.

Un escenario de futuro

Lo cierto es que el e-learning se encuentra en una fase inicial de expansión y su mercado es todavía joven. El futuro de los campus virtuales pasa irremediablemente por una mejora de las telecomunicaciones, pues el e-learning se apoya de forma total en ella como soporte para el acceso e intercambio de información. Por lo tanto, la calidad de las telecomunicaciones utilizadas como autopistas de información van a influir de forma absoluta en el sistema de formación online.

Actualmente se vive en un periodo de transición en este campo. La tecnología informática ha avanzado de forma que las telecomunicaciones hacen inviables aplicaciones por su falta de ancho de banda para soportarlas. Las tecnologías de banda ancha no están diseñadas y testeadas, pero el verdadero problema se centra en la falta de inversión en infraestructuras. A corto plazo, se vislumbran soluciones: Internet de segunda generación (Internet 2, Ipv6) o las tecnologías DSL que ya se están implantando. Esto permitirá la utilización de herramientas enfocadas a dotar de un componente audiovisual a la formación no presencial, como videoconferencias, voz sobre IP (en este campo existen iniciativas que optimizan hasta límites insospechados el ancho de banda disponible en beneficio de una mayor calidad de señal recibida), compartición de aplicaciones, etc. cuyo uso, actualmente, aun cuando son tecnologías contrastadas, no es viable porque no todos los usuarios disfrutan de buen acceso.

Estamos en un campo, el e-learning, que «no ha hecho más que empezar» en todos los aspectos: metodológico, tecnológico y de aceptación por parte de la comunidad educativa, con la característica de estar soportado (en un alto porcentaje de iniciativas) en una red que no parará de crecer y optimizar recursos.. Coincidirán conmigo en que el panorama no puede ser más alentador.

*Diego Sánchez es responsable del Departamento Técnico de Uniactiva – Formación de Postgrado Interactiva


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